El componente contextual del dolor
- Tomás Lloret
- 22 ago 2023
- 4 Min. de lectura
Es bastante asombroso el tema del dolor físico y su relación bidireccional con nuestras cogniciones y emociones. Sobre ello, me gustaría destacar el factor psicológico; concretamente algo que muchas veces se obvia y resulta clave para el estudio del dolor: el contexto individual.

Lo primero que hay que tener claro es que el dolor agudo (físico o emocional), aunque desagradable y a veces inaguantable, no deja de ser un mecanismo de defensa de nuestro cerebro para avisarnos de "algo". Y por ello tiene un gran componente interpretativo.
Así, muchas veces, lesiones más graves provocan menos dolor que lesiones mucho más leves: esto se debe a que el cerebro no lo interpreta como el mismo tipo o nivel de amenaza, ya que analiza el dolor y realiza su respuesta sobre muchas variables y necesidades que muchas veces se presentan de forma inconsciente. (Butler & Moseley, 2003).

Nuestra sensación de dolor depende en gran medida de la causa percibida del mismo. Ciertos estudios nos muestran como sujetos sienten dolor sin recibir el estímulo aversivo, solo por las expectativas auto-generadas. Es lo que se llama la "respuesta nocebo", y se refiere a los cambios inducidos por las expectativas en la unidad cerebro-cuerpo del paciente” (Colloca & Miller, 2011). La encontramos, por ejemplo, cuando nos sometemos a una sobre-exposición de información (búsqueda de información en internet, por ejemplo) sobre los síntomas de un trastorno o una enfermedad , y empezamos a experimentar alguno de ellos sin tener ninguna afectación de base.
Otros factores contextuales también son influyentes: uno clave es el grado de apoyo social percibido. El apoyo social es un factor protector contra el estrés generado por la enfermedad y permite al paciente y profesional a reevaluar la situación y adaptarse mejor a ella, ayudándole a desarrollar respuestas de afrontamiento (Vega Angarita, 2009). Y no nos referimos simplemente a un apoyo emocional. El apoyo social debe entenderse como un concepto de muchos componentes (López Cabanas & Chacón, 1999); un conjunto de diferentes significados y explicaciones que engloben una aportación de tipo informacional, instrumental, de aportación de recursos/herramientas de afrontamiento y una capacidad auto-percibida para decidir sobre ciertos factores de la rehabilitación, favoreciendo y potenciando la autonomía (Morrey, Wiese-bjornstal, M. Smith, & M. Shaffer, 2008). Todo ello ayudará al paciente a desarrollar positivamente factores como el autoestima o el autoconcepto, y a mejorar significativamente la disposición y la adherencia hacia el tratamiento (García-Más & Núñez Prats, 2019).

El contexto cultural tiene influencia en la interpretación y grado del dolor, demostrando muchos estudios cómo otras culturas viven, gestionan y muestran, conviven o asumen el dolor de formas totalmente distintas (Moscoso, 2011). También los antecedentes o la historia del sujeto tratado influyen en esa percepción: el historial de “lesiones” o dolores y su gestión y vivencias dentro de dichas experiencias pueden producir cambios en el umbral de dolor:
- tanto reduciendo esa sensación y creando resistencia, por la adquisición de ciertos mecanismos de defensa o herramientas de afrontamiento (Ruiz & López, 2012), como por ejemplo les pasa a muchas mujeres tras el parto. - como, por contra, aumentándolo, a partir de una predisposición negativa hacia ese proceso de dolor por un mal afrontamiento o malas experiencias anteriores; basada en unas falsas creencias sobre el tratamiento, sus consecuencias o su desarrollo.
Y un ejemplo de esta relación dolor-contexto es la presencia de daño, picor u hormigueos en miembros de personas que ya no disponen de éstos (miembros fantasma). Una sensación que aumenta a partir de ciertos momentos de sobreactivación, de nervios, etc. (Butler & Moseley, 2003).

Por otro lado, los estudios recientes nos muestran que, como ocurre en cualquier percepción consciente, tampoco existe un centro específico del dolor, sino que diversas áreas del cerebro intervienen en procesos diferentes o incluso similares. Se han encontrado diferencias significativas entre sujetos diferentes que sufrían el mismo tipo de dolor y en un mismo sujeto con dolores distintos; ¡pero también entre dolores similares en un mismo sujeto!
Por ello, concluir afirmando que el dolor tiene características individuales y contextuales únicas que hay que analizar de manera multidisciplinar si se quiere concretar un tratamiento realmente efectivo. Todo ello, cosa en la que insistiremos en artículos futuros, contando con el paciente como base del tratamiento, siendo no solo partícipe, sino la llave para la aceptación y la evolución del proceso.
Bibliografía
Butler, D., & Moseley, L. (2003). Explain Pain. Noigroup Publications.
Colloca, L., & Miller, F. (2011). The nocebo effect and its relevance for clinical practice. Psychosom Med., 598-603.
García-Más, A., & Núñez Prats, A. (2019). Psicología del deporte:rendimiento, lesiones deportivas y “galaxia”de factores influyentes. FOCAD.
López Cabanas, M., & Chacón, F. (1999). INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL Y SERVICIOS SOCIALES. UN ENFOQUE PARTICIPATIVO. Madrid: Síntesis.
Morrey, M., Wiese-bjornstal, D., M. Smith, A., & M. Shaffer, S. (2008). An integrated model of response to sport injury: Psychological and sociological dynamics. Journal of Applied Sport Psychology, 46-69.
Moscoso, J. (2011). Historia cultural del dolor. Madrid: Taurus.
Ruiz, G., & López, A. (2012). Psychological resilience and chronic pain. Escritos de Psicología. Universidad de Málaga, 1-11.
Vega Angarita, O. y. (2009). Apoyo social: elemento clave en el afrontamiento. Enfermería global.
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